Estas son las principales diferencias entre los coches híbridos, eléctricos y térmicos

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Existen muchos tipos de coches en la actualidad, y los podemos clasificar de diferentes maneras. Por un lado, tenemos la clasificación según su morfología, es decir, por sus características externas como el tamaño, número de plazas, número de puertas… Así, tenemos los diferentes segmentos, identificados por letras —A, B, C, D, E, F— y denominaciones como SUV, Todoterreno, Pickup…

Por otro lado, tenemos la clasificación según el sistema de propulsión. Tenemos los motores térmicos —diésel y gasolina—, los sistemas híbridos eléctrico-gasolina o eléctrico-diésel, y los motores eléctricos. Además, debemos contar con los coches GNC y GLP —a gas—, los sistemas de pila de hidrógeno… Técnicamente, los coches a gas tienen un motor térmico, mientras que los de pila de hidrógeno se pueden asimilar, por su funcionamiento interno, a los coches eléctricos. Por tanto, nos quedaremos con esos tres tipos de propulsión para explicar las diferencias principales.

Coches con motor térmico

Son los coches con motor diésel, de gasolina o, en general, los motores que necesitan la combustión o la explosión de un carburante para poder funcionar. Son los motores más comunes hoy, y han cumplido ya el siglo de edad. Su evolución desde los inicios de la automoción hasta la actualidad es espectacular, consiguiendo cotas de eficiencia que rozan ya el techo para estas tecnologías —es decir, logrando consumos cada vez menores y un mayor aprovechamiento de la energía liberada por el combustible—.

Sin embargo, son motores muy ineficientes. Citando un artículo ya algo antiguo, pero válido, en Motorpasión:

Un motor de gasolina de ciclo Otto viene a tener una eficiencia de entre el 20 y el 30%, en el mejor de los casos. Un motor de gasóleo de ciclo Diésel viene a tener una eficiencia de entre el 30 y el 45%, en el mejor de los casos (para lograr ese 45% suele ser un motor diésel hibridado, o un motor diésel naval).

Esto significa que, de la energía por unidad de masa que contiene el combustible, del tipo que sea, se desperdicia más del 50% en el caso diésel, y más del 70% en el caso gasolina. ¿Cómo se desperdicia? En forma de calor. Los coches con motor térmico son populares, «baratos», con un mantenimiento sencillo y con un combustible que es relativamente accesible. Pero son muy poco eficientes, contaminan mucho y son sucios.

Coches con motor eléctrico

Pasamos ahora a los coches que utilizan la energía eléctrica para conseguir la propulsión que necesitan. Esta energía eléctrica se puede obtener de muchas maneras, por ejemplo, mediante una batería, o mediante una pila de combustible. En el segundo caso, se hace reaccionar el hidrógeno con oxígeno para obtener energía eléctrica y vapor de agua, que se expulsa por el tubo de escape.

Son, por tanto, sistemas de propulsión que no emiten CO2, ni otros gases contaminantes. Eso sí, no hemos de confundir el hecho de que no tengan emisiones con el hecho de que no contaminen. Este es un debate candente, y en pocas ocasiones honesto, ya que durante la fabricación de las baterías, de los vehículos, de la pila de combustible,… se emite CO2 a la atmósfera, ya sea en el proceso de minería, de refinamiento, de construcción… Pero, atendiendo tan solo al momento en que el coche circula, no contaminan en absoluto.

Son motores con una eficiencia que va del 75% al 95%, típicamente, lo que significa que aprovechan la gran mayoría de la energía generada para su uso.

Coches híbridos

Son coches a medio camino entre los térmicos y los eléctricos. Consiguen una eficiencia global más elevada que los primeros, pero menor que en el segundo caso. Por no entrar en demasiado detalle, los coches híbridos aprovechan el motor eléctrico para liberar al motor térmico de determinadas tareas que consumen mucho combustible como, por ejemplo, arrancar, maniobrar a baja velocidad, o mantener la velocidad en ciertas condiciones.

Consiguen consumos menores que los coches de combustión interna, y en el cómputo global emiten menos gases contaminantes.

Además, hemos de tener en cuenta que los coches ecológicos —híbridos y eléctricos— cuentan con importantes beneficios fiscales y, en ciudades como Madrid, gozan de mayor libertad de movimientos.

Como contrapartida, son vehículos con un coste superior al de sus hermanos de combustión.

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