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Los compañeros de Radio Aragón se han interesado por nuestras opiniones expertas en economía. En esta ocasión, el tema que hemos comentado ha sido la propuesta del millonario empresario mexicano Carlos Slim.
¿Reduciría el paro?
Y si lo traemos a nuestro país, ¿una jornada laboral de tres días con 11 horas por jornada conseguiría reducir los cerca de cinco millones de parados del país? ¿En cuánto tiempo? Y claro tendríamos cuatro días de fiesta. Y otra cuestión, si trabajamos 33 horas semanales y no 45, ¿cobraríamos menos?
El problema del paro en España no se arregla repartiendo las migajas de trabajo entre más gente, sino generando más oferta de trabajo, más empresas que necesiten de mano de obra y, en base al valor añadido de sus productos y servicios, le paguen bien.
Si en nuestro país los sueldos fueran altos en relación al gasto corriente familiar, impuestos que se pagan y endeudamiento (básicamente deudas procedentes de la burbuja inmobiliaria), tendrían sentidos propuestas de reducir jornadas y salarios, para generar más puestos de trabajo. Pero la realidad de las familias españolas es muy diferente: los salarios sufren una devaluación por efecto de la falta de oferta laboral y las políticas aplicadas (como la última reforma laboral), los gastos de agua y energía se han disparado, los impuestos no paran de aumentar y, por si fuera poco, la poca renta disponible que queda se ha de utilizar para devolver deudas. En esta situación, poco sentido tiene repartir el trabajo.
Por otra parte, la labor inspectora en materia laboral no es precisamente intensa, lo que produce que las empresas menos escrupulosas con la legislación laboral fuercen a sus empleados a trabajar más horas que su jornada laboral normal. De hecho, la proliferación de con tratos a tiempo parcial no se ajusta a los usos y costumbres habituales de nuestras empresas y, me temo, tienen más que ver con reducir las cotizaciones que pagan, ampliando de forma fraudulenta después las horas que se trabajan.
Además de empresarios sinvergüenzas, que los hay al igual que hay trabajadores de este tipo, nos encontramos también con buena gente y profesionales que no tienen otra forma de hacer frente a una factura laboral muy por encima del salario que pagan a sus empleados y, encima, unas ventas menores fruto de una demanda menguada.
Las empresas no buscan que sus trabajadores trabajen menos horas, más bien lo contrario. Además tienen unas rigideces y costes de despido que, cuando una empresa es pequeña, incentiva a contratar el mínimo de personas y que trabajen el máximo de horas. Si algún empleado se hace autónomo y necesita contratar a alguien, experimentará en sus carnes los riesgos y costes de tener empleados.
¿Serviría para conciliar vida laboral o innovar?
Qué le parece esta afirmación del magnate de las telecomunicaciones mejicano? No es la primera vez que la hace. En 2012 en la sede de la ONU en Ginebra, Slim abogó por un modelo laboral de tres días a la semana, de «10 u 11 horas, para tener libres otros cuatro días y dedicarlos a la familia, a innovar, cultivarse o a crear». ¿Sería sostenible este modelo?
Los empresarios tenemos que aprender a gestionar en base a proyectos, no a horas trabajadas. La clave es la productividad, no las horas que uno está en una empresa.
Concentrar las horas en tres días puede tener sentido en determinados trabajos, pero ninguno en otros. Afectaría a la salud de los trabajadores y, difícilmente, este perjuicio se vería compensado por los días libres de más.
Por otro lado, cuando Slim habla de que un trabajador tendría tiempo para «cultivarse, innovar o crear», probablemente piensa en que haga más horas en la empresa al estilo «formación».
¿Podemos ser productivos trabajando 11 horas?
La idea de Slim es que deja más tiempo disponible al ocio, pero y qué pasa con nuestra salud? ¿Se puede mantener la atención 11 horas seguidas?
Depende del tipo de trabajo, de cada persona y del ambiente mismo de la empresa. Un trabajo inspirador, útil para la sociedad, en un ambiente de trabajo bueno, para una persona centrada y formada, puede que se pueda desarrollar durante una jornada laboral de 11 horas (si bien una mini-siesta o descansos a intervalos lo veo esencial). En la mayoría de puestos de trabajo, y muy claramente en los que no requieren una alta cualificación, entiendo que más horas seguidas acabarían en menos intensidad y calidad del trabajo.
¿Marco laboral obsoleto?
Leemos en alguno de tus artículos que tanto la regulación laboral, como los sindicatos y las organizaciones empresariales van a quedar obsoletas en poco tiempo y se tendrán que reinventar. ¿A qué te refieres con esto?
Podríamos dibujar un escenario para el trabajador medio de la siguiente forma: Se le exigirá alta cualificación, formación constante y polivalencia. Máxima especialización junto a capacidad de ser generalista. Las empresas no contratarán trabajadores indefinidos a tiempo completo. Las fórmulas de tiempo parcial y temporalidad se van a imponer. El empleado pasará de trabajar en una empresa a trabajar en varias empresas o proyectos a la vez. En realidad, pasaremos a ser emprendedores, micro-empresarios. El cambio cultural que esto implica es brutal.
El escenario previsible del mercado laboral no es fácil para nadie. El sueño funcionarial se va a desvanecer con toda probabilidad. El nuevo despertar implica mucho trabajo, formación, sacrificio y capacidad de gestionar nuestra propia empleabilidad. Seremos una marca profesional, más que un trabajador.
Según como gestionen las empresas el cambio, la fidelidad de los profesionales será mayor o menor. Al no poder ofrecernos un trabajo estable, tendrán que encontrar otra manera de captar talento.
Y aprovechamos este artículo para enlazar los resultados de la última EPA, que arroja unos muy buenos resultados en relación a lo que veníamos viendo en el mercado laboral, con un aumento de gente ocupada de 402.400 personas en el segundo trimestre de 2014. En términos anuales la ocupación sube 192.400 personas, un incremento del 1,12% (por primera vez en 6 años).
En todo caso, la tasa de paro sigue siendo inaceptable, del 24,47% y es muy importante saber a qué ritmo va a bajar. Es una muy buena noticia que el empleo empiece a aumentar, pero también habrá que ver a qué ritmo. Esperar a 2019 para que esta tasa baje del 20%, como pronostica el FMI, es algo que no se debe aceptar.