
Vida Social contra Frugalidad
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Recientemente he tenido una conversación con una persona conocida sobre ciertas cosas que escribo en este blog. Aunque es alguien que tiene un montón de deudas, me ha dicho sin ningún tipo de vacilación que nunca seguiría la mayor parte de los consejos que doy. Cuando le pregunté el porqué, me respondió que no quería ser una persona “frugal”. Que no quería convertirse en una de esas personas aburridas que miran cada céntimo que gastan y se niegan a cualquier plan divertido, o ponen el papel del baño más barato que existe cuando tienen invitados en casa. Vamos, que no quería quedarse cada noche encerrada contando los céntimos que había conseguido ahorrar, sino seguir con su vida.
Lo primero, queda claro que a esta persona le preocupa mucho lo que piensen los demás. Quiere una vida social vibrante y activa, a tal punto que es uno de sus valores centrales. Aspira a pasar todo el tiempo posible con sus amigos y su familia – con la gente a la que más quiere.
Junto con este deseo está la voluntad de no alejarlos a causa de ser demasiado tacaña. Quiere que la gente de su entorno social sea feliz e implicarse en todas las actividades que surjan.
Todo esto me parece perfecto – de hecho, me parece una parte muy saludable de su personalidad extrovertida (con moderación, por supuesto). El problema que surge aquí es que no hay contradicción alguna entre ser frugal y tener una vida social sana, y cualquiera de mis amigos lo puede atestiguar. Esta persona piensa que sí.
Echemos un vistazo a cada uno de sus comentarios.
No quiero dejar de ser divertida por controlar cada céntimo que sale de mi bolsillo.
Esta frase implica que ella piensa que los demás no se van a divertir cuando salgan si controla sus gastos. Como respuesta, solo puedo decir que la mayoría de los beneficios de la vida frugal se obtienen tomando decisiones que no implican a nadie más, cambiando hábitos personales que llevamos a cabo cuando estamos solos. Hacer la compra para la casa no es un evento social, ni comprar bombillas nuevas o tener un fondo de emergencias. Sin embargo, es justo en esos momentos cuando tomamos muchas de las decisiones que influyen en nuestra economía.
Si tu vida social es una piedra angular en tu vida, no recortes en ella. Céntrate en las muchas otras cosas que te hacen gastar dinero y que no tienen nada que ver con ese apartado.
No quiero dejar de ser divertida porque me niego a hacer cosas por ser tacaña.
Esto es muy simple, no te niegues.
Es más, ¿por qué no sugieres cosas divertidas que hacer? En tu tiempo libre, piensa en cosas que realmente sean divertidas para las personas que están en tu círculo social y trata de buscar la fórmula para poder llevarlas a cabo gratis o por menos dinero. Así, cuando llegue el momento de hacer planes, podrás proponer algo. No es solo que te vayas a ahorrar dinero, que también, sino que además pueden ocurrírsete ideas realmente estupendas si le echas un poco de imaginación. No serás la persona más aburrida del grupo que siempre se niega a todo, sino la persona que más ideas aporta para pasarlo bien.
No quiero sacar el papel de baño más barato que haya cuando tengo invitados.
Pues no lo hagas.
Si tienes varios baños, escoge uno para los invitados y pon en él tu mejor papel, si tanta importancia le das al asunto. Una vez más, todo está relacionado con el valor que des a las cosas. Tal vez ser el anfitrión perfecto sea vital para ti, y eso está bien.
No quiero pasar cada noche en casa contando los céntimos que he ahorrado.
Al igual que en el caso anterior, nadie sugiere que hagas eso.
La frugalidad no tiene nada que ver con la imagen del avaro contando sus céntimos a la luz de una vela. Tiene que ver con decidir qué cosas tienen valor real en tu vida y seguir con ellas, pero intentando minimizar los costes. En cuanto a las partes de tu vida que en realidad no tienen importancia, constituyen el sitio ideal por donde empezar a recortar.
Si tu vida social es para ti lo más importante, céntrate en ella. Ya recortarás en otra área. Si sales casi todas las noches, ¿necesitas de verdad tener televisión de pago o teléfono fijo? Solamente hay que pensar un poco para darse cuenta de todos los gastos superfluos que podemos estar haciendo.