Cómo elegir la mejor tarjeta de crédito

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Si importante es saber usar una tarjeta de crédito paras evitar sorpresas desagradables, vital es haber seleccionado la mejor a nuestro alcance, en base a nuestras características personales y económicas. Como comentamos a lo largo de la guía, para determinadas situaciones familiares o perfiles de clientes, la mejor tarjeta es la que no se contrata.
En este capítulo analizaremos cómo comparar tarjetas de crédito, en base a las herramientas e información que ofrecemos en iAhorro. Para saber más sobre este asusto, puedes descargarte gratis nuestra Guía de tarjetas.

¿Podemos elegir la tarjeta?

Pregunta que a primera vista puede parecer que no tiene mucho sentido. A fin de cuentas, sólo faltaría que no pudiéramos elegir el producto de financiación que nos interesa.
Sin embargo, hay dos realidades que limitan la libre elección del cliente:

  1. Nuestra situación económica, ya que cada entidad financiera estudia el riesgo de concedernos el crédito disponible de una tarjeta. El banco asume un riesgo y, es lógico, estudia la capacidad de devolver el dinero que podamos utilizar.
  2. Antes de elegir una tarjeta se ha de decidir el banco con el que queremos trabajar, ya que en la mayoría de tarjetas tradicionales es necesario
    contratar una cuenta corriente asociada en la que se pagan las cuotas de amortización. Es por ello que, en este tipo de medios de pago, hay que comparar bancos antes que sus tarjetas.

Por lo comentado anteriormente, comparar tarjetas de crédito tiene sentido pleno en el caso de las que no obligan a cambiar de banco, ya que en estos casos podemos decidir por una u otra sin necesidad de contratar cuenta alguna (con lo que no tenemos que comparar las entidades de crédito que nos las conceden).
Los intereses que pagamos por pedir dinero a crédito, sea para pagar bienes y servicios o para pedir dinero a crédito con cargo a la tarjeta, son el factor decisivo a la hora de contratar una tarjeta, principalmente si vamos a aprovechar el crédito disponible de manera más o menos frecuente; si la vamos a utilizar muy puntualmente y la finalidad principal de solicitar el plástico es tener un
crédito de emergencia, el factor comisiones es tan o más importante que el coste de los intereses.
No debemos fijarnos en el tipo mensual, que muchas veces nos destacan en la publicidad. “Pague un 1 o un 2% mensual” significa, en realidad, “pague un 12 o 24% anual”.
Cuanto menor sea la TAE (Tasa Anual Equivalente), mejor es la tarjeta, en este apartado.
Hay que tener en cuenta que algunas tarjetas pueden ofrecerte tipos de interés distintos según el crédito sea para comprar o hayamos sacado dinero líquido.
Por ejemplo, en el momento de escribir estas líneas, la Visa Oro de Obsidiana cobra un 21,84% TAE para las compras a plazo. Sin embargo, aplica un tipo de interés distinto y superior si lo que realizamos es una disposición de efectivo a crédito, un 26,82% TAE.

Cuota de emisión y mantenimiento:

La cuota de emisión es un importe fijo que nos cobra el banco o entidad de crédito para entregarnos la tarjeta. La de mantenimiento se nos cobra en los años posteriores por el mero hecho de ser tenedores de la herramienta de financiación.
Hay que buscar las tarjetas que menos nos cobren y, a poder ser, que su coste de mantenimiento sea cero. Si vamos a usar el crédito poco, solo como emergencia, es vital que la tarjeta no tenga cuota de mantenimiento.

Comisiones:

En el capítulo 5 hemos comentado las principales comisiones que nos cobran por ser titular de una tarjeta. Todas estas comisiones, desde el cargo por sacar dinero a crédito de un cajero, a la molesta y cara comisión por reclamación de posición deudora, pasando por los costes de operar con las tarjetas en el extranjero, han de estudiarse con detalle en la letra pequeña de los contratos. A menores comisiones, mejores tarjetas. Es un apartado que lleva un tiempo de estudio antes de comparar entre las diferentes alternativas del mercado, pero es importante que nos dediquemos a ello si no queremos encontrarnos costes que no teníamos previstos.

Ventajas varias:

Las tarjetas pueden ofrecer ventajas como el descuento de un porcentaje de nuestras compras o seguros gratuitos (que pagamos al final vía intereses y comisiones, no lo perdamos de vista).
Algunos ejemplos reales a febrero de 2014 son:
La Visa Barclaycard tiene como una de sus ventajas fundamentales ofrecer un 1% de devolución permanente en todos los establecimientos para siempre, sin límite.
La tarjeta de crédito Citi Oro de Citibank ofrece ventajas adicionales como descuentos en miles de establecimientos y seguros gratuitos de accidentes, asistencia en viaje y protección de compras.
La Visa Oro de Obsidiana apuesta por los descuentos a la hora de realizar la compra pero con letra pequeña, ya que estos, del 5% el primer año y del 3% a partir de ese momento, se aplican sólo a las compras que aplazamos, es decir que financiamos y pagamos un tipo de interés por ello.
Cuantas más ventajas nos ofrezcan y ello no implique pagar un tipo de interés más caro, mejor tarjeta.

Límite máximo de la tarjeta:

El límite máximo de crédito que una entidad financiera pone a nuestra disposición puede ser tanto una ventaja como un problema.
Si somos personas sensatas y sin problemas económicos, un crédito disponible alto nos permite tener más capacidad de financiar una compra en un momento determinado sin tener que esperar a que el banco nos conceda un préstamo. Sin embargo, si no usamos adecuadamente la tarjeta, un crédito alto es un mayor riesgo de acabar endeudados a tipos altos.
Suponiendo que somos clientes formados y sin problemas económicos, a mayor crédito disponible, mejor tarjeta.
La tarjeta de crédito Citi Oro, por ejemplo, tiene un límite de crédito muy alto, hasta 10.000 euros, pero si lo utilizamos lo pagaremos a un elevado 27,24% TAE.
Analizar y comparar con atención es crucial para contratar la tarjeta ideal para nosotros.

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