
Qué son las participaciones preferentes y cómo funcionan
Blog
En los últimos meses no se para de oír hablar sobre las participaciones preferentes y los miles y miles de afectados que han contratado este tipo de producto financiero pensando que lo que realmente estaban contratando era un depósito tradicional a plazo fijo.
Para entender un poco mejor la problemática que ha ocasionado la venta de participaciones preferentes a clientes y personas para las que realmente no estaban indicadas este producto, vamos a analizar en detalle en el presente artículo qué son, cómo funcionan y cuáles son las características principales de las participaciones preferentes.
Qué son las participaciones preferentes
Las participaciones preferentes es un tipo de producto financiero complejo, en concreto son emisiones de deuda perpetuas, es decir, sin un plazo definido y con escasa liquidez.
Es un producto financiero a medio camino entre un depósito a plazo fijo y unas acciones ordinarias. Aunque sin ser ninguno de ambos productos.
Otra posible forma de ver este producto es como un producto híbrido entre renta fija y renta variable.
Características principales de las participaciones preferentes
Las características básicas de las participaciones preferentes son:
- No otorgan derechos políticos al propietario.
- Devuelven intereses en caso de que la entidad emisora tenga beneficios.
- Es un tipo de producto financiero sin vencimiento determinado. Son a perpetuidad.
- En caso de que la entidad emisora quiebre, la posición de un titular de preferentes se encuentra justo delante de los accionistas.
Desarrollando más estos puntos, sobre todo hay que tener muy claro que la entidad financiera que las emite paga una rentabilidad según sean sus resultados económicos del año. En caso de pérdidas pueden no dar nada.
Además aunque no tenga pérdidas la entidad puede reservarse el derecho de paralizar el pago de estas participaciones preferentes a partir de un plazo de tiempo determinado si le conviene.
No son acciones ordinarias, ya que no tienen derecho de voto pero a la hora de cobrar en caso de quiebra de la entidad tienen prioridad sobre los accionistas.
Tampoco, como ya se ha comentado muchas veces, son depósitos a plazo fijo con una rentabilidad determinada. Algo que hicieron creer a muchos clientes a la hora de “colocarlas” en las diversas entidades financieras.
En caso de quiebra de la entidad, no están garantizadas por el FGD (Fondo de Garantía de Depósitos), que cubre hasta 100.000 euros por titular y entidad.
En cuanto a fiscalidad, los rendimientos obtenidos por las participaciones preferentes tributan dentro de la base imponible del ahorro en la declaración de la renta.
¿Se pueden vender las participaciones preferentes?
El propietario de unas participaciones preferentes, puede venderlas. Ya sea porque no gana la rentabilidad que esperaba, porque quiere destinar el dinero a otra inversión o por cualquier otro tipo de causa.
Para venderlas debe acudir a los mercados secundarios donde cotizan las participaciones preferentes. En concreto el mercado es el AIAF, el mercado mayorista de renta fija privada.
Sin embargo, la venta no garantiza recuperar ni siquiera la misma cantidad invertida. Es posible no encontrar compradores interesados en participaciones preferentes de entidades financieras ante la mala situación de los balances de la mayoría de ellas.
Esto es debido a que, como comentamos antes, en caso de pérdidas, la entidad financiera no está obligada a pagar los intereses de las participaciones preferentes, por lo que es difícil encontrar compradores y cuando los hay ofrecen un precio bajo.
Por ejemplo, una entidad financiera emite participaciones preferentes a 1.000 euros. Se pagan 1.000 euros por una participación. Una vez lanzada esta participación verá como su valor fluctúa debido a la oferta y a la demanda, que a su vez dependerá de la buena o mala situación económica del emisor.
Posteriormente, se pueden vender estas participaciones preferentes en el mercado secundario al precio que marcado por el mismo mercado. Por ejemplo, a un 90% del nominal. Es decir, se recuperarían 900 euros de los 1000 invertidos.