
¿Qué tipos de tarjetas existen? (II): fidelización y crédito
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En el mercado podemos encontrar una gran variedad de tarjetas bancarias a nuestra disposición. Si tienes cualquier duda sobre ellas, puedes consultar nuestra Guía de tarjetas, disponible de forma gratuita aquí.
Tarjetas de fidelización
Son las tarjetas bancarias emitidas por establecimientos comerciales, como grandes supermercados, cadenas de tiendas, compañías aéreas, etcétera, y que sirven exclusivamente para efectuar compras de artículos en los establecimientos que las han emitido y hasta el límite pactado. Permiten acumular puntos que dan derecho a descuentos o regalos. No obstante, en España, una parte importante de los grandes centros comerciales trabajan conjuntamente con una entidad de crédito, siendo esta entidad la emisora de la tarjeta y no el centro comercial, pese a que la imagen en el plástico sea del establecimiento comercial. Son una forma de premiar a los clientes de estas empresas, a cambio de que gasten en sus productos y servicios.
Tarjetas de crédito
Permiten realizar pagos u obtener dinero, hasta el límite fijado, sin necesidad de tener fondos en la cuenta bancaria en ese momento. La entidad financiera o entidad de pago otorgas una línea de crédito, para que el cliente disponga de ella. A diferencia de las tarjetas de débito, se puede sacar dinero a plazo o pagar pese a que no haya fondos suficientes en la cuenta corriente, con el límite del crédito disponible en la tarjeta. No debemos jamás olvidar que utilizar una tarjeta de crédito tiene las mismas consecuencias que disponer de cualquier otro crédito o modalidad de financiación: estamos obligado a devolver el dinero y pagar los intereses establecidos, en los plazos que pactemos en cada momento. Aprender a usar este tipo de tarjetas es vital, antes de utilizarlas. La facilidad de pagar sin tener dinero nos puede dar una falsa impresión de capacidad económica, gastando más de lo que ingresamos de forma sistemática. Esta mala utilización del crédito acaba en problemas si consumimos todo el crédito y no tenemos ingresos suficientes para pagar la deuda.
El límite del crédito disponible debe figurar en el contrato de la tarjeta. Puede variar a lo largo del tiempo, siempre con el conocimiento y el consentimiento previos tanto del titular de la tarjeta como de la entidad financiera. De forma puntual, las entidades pueden autorizar excesos sobre el límite autorizado. Suele existir un límite de crédito máximo para cada categoría de tarjeta (“normal”, “plata”, “oro”, “platino”). Algunas entidades financieras y de crédito, principalmente las especializadas en este tipo de financiación, suelen aumentarnos el límite de crédito de forma periódica, si somos buenos pagadores y no les damos problemas. Tenemos que tener mucho cuidado de no aprovechar estas ampliaciones de crédito para seguir gastando más y acumulando deuda. Antes o después, tendremos que devolver las cantidades utilizadas y los intereses correspondientes.
También el cliente pude solicitar una variación del límite de crédito; si es para bajarlo, en principio no debería tener ningún problema. Si queremos aumentarlo, el banco analizará nuestra situación económica y, en base a sus criterios de riesgo, decidirá si aumenta el crédito o lo deja como está. El límite de crédito significa que la entidad no atenderá pagos por encima de la cifra fijada. Sin embargo, podría aceptar puntualmente que se supere el límite.
En ese caso, surgen los denominados “excedidos en cuenta”, que deberemos devolver junto a los intereses y comisiones que han de estar previstos en el contrato de la tarjeta. La devolución del dinero que se ha utilizado debe hacerse de la forma y en los plazos previstos, normalmente en los primeros días de cada mes, si bien cada entidad tiene su propia política en cuanto al día de pago. Se pueden elegir distintas modalidades de pago:
Pago mensual por la totalidad: es la más sencilla y tradicional. El saldo deudor (todos los gastos realizados durante el mes) se paga con cargo a su cuenta el primer día del mes posterior. Cada mes recibirá un extracto con las operaciones realizadas en el periodo anterior y el saldo final que se le cargará en la cuenta asociada. Debe tener dinero suficiente para pagar todo el saldo y liquidar la deuda. Si lo paga de esta forma no se le cargarán intereses.
Pago aplazado: Permite al titular financiar sus compras según sus necesidades, ya que elige cuánto quiere pagar cada mes. Es decir, con estas tarjetas es posible aplazar el pago mediante una cuota, fija o flexible, como si se tratara de la amortización de un préstamo. Si la cuota mensual es reducida, puede ocurrir que no sea suficiente para pagar todos los intereses generados hasta ese momento, por lo que la deuda se incrementará en la cantidad necesaria, pasando desde ese momento a generar nuevos intereses. Por eso es muy importante controlar el crecimiento de la deuda que se acumula en cada liquidación, ya que puede crecer de forma exponencial.
Muchas entidades bancarias ofrecen tarjetas sin necesidad de tener una cuenta corriente abierta en ellas, girándole los recibos correspondientes a la cuenta corriente y entidad que indiquemos. En el caso de las emitidas por los establecimientos financieros de crédito o entidades de pago será siempre así, ya que no pueden abrir cuentas corrientes al público.
Frente a la facilidad y comodidad de utilizar estas tarjetas, recuerda que está contratando uno de los créditos más caros que existen. La TAE suele oscilar entre el 11% y el 29%, y en caso de demoras o impago de las cuotas las entidades suelen cargar gastos y comisiones adicionales muy elevados. Muchas veces la publicidad de estas tarjetas destaca el tipo de interés mensual, que ronda el 1 o 2%, pese a que la TAE se convierte en el 12 o 24% en adelante. Por tanto, siempre busquemos la Tasa Anual Equivalente para hacernos una idea del coste de pagar a crédito.