
¿Son malos los especuladores?
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En los últimos meses, he leído y oído en los medios tradicionales, blogs y redes sociales numerosos comentarios despectivos sobre el concepto “especulación”.
Por mi trabajo trato con muchas personas que ya sea como forma de ganarse la vida o para darle rendimiento a sus ahorros, hacen un tipo de operativa en bolsa, que se puede considerar especulación.
Hace poco, a raíz de unos comentarios que vi, tuve una charla larga y tendida con uno de ellos, y lo primero que me dijo fue:
– Como en tantas cosas, la gente critica y generaliza sin conocer bien, por favor mira en el diccionario el significado de la palabra especular.
Así lo hice, y leí “efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios”.
Efectivamente, era tal lo que esta persona hacía, y desde luego en la propia definición no hay ningún concepto peyorativo, así que comenzó su explicación:
– La sociedad tiene la impresión que nosotros movemos los mercados a nuestro antojo y siempre ganamos dinero y además provocamos que los demás lo pierdan.
Me lo dijo en un tono con cierta resignación, y aún así le repliqué:
– No me puedes negar que hay movimientos en los mercados que son difícilmente explicables sino hay algunos intereses que los provocan, al menos durante un periodo de tiempo.
Me miró sonriendo y me dijo:
– ¿Y crees que yo lo puedo provocar?, o ¿1.000 personas como yo?; todo lo contrario, cuando se dan estas circunstancias yo tengo que estar más atento que nunca, y tengo que asumir mucho más riesgo del habitual -y continuó- es posible que haya corporaciones (está muy de moda el término hedge fund), que pueden provocar compras o ventas masivas en algún mercado determinado, ya sea con productos que les exijan poco efectivo para mover grandes cantidades de títulos, o porque tienen muchísimo disponible.
Evidentemente cuando esto sucede se genera un pánico o euforia desproporcionados que todavía acentúan más estos movimientos -y fue más allá- ahora se habla que están vendiendo deuda o acciones de bancos y provocan caídas en los mercados, pero otras veces han sido compras, desde el siglo XVII con los tulipanes hasta la actualidad, pasando por empresas tecnológicas, inmobiliarias, petróleo, oro… creando lo que se llaman burbujas, y cuando este pánico o euforia remiten deshacen posiciones y el mercado se normaliza, evidentemente castigando con fuerza a los que no han salido a tiempo y beneficiando a los que sí lo han hecho.
La verdad es que esta explicación que me dio era muy coherente, pero no sabía dónde quería llegar, hasta que en un tono más alto me dijo:
– Pero estos no son especuladores, son tramposos! y me da mucha rabia que la gente nos meta a todos en el mismo saco. Cierto es que en los mercados no debes operar difundiendo rumores falsos, ni utilizar información privilegiada -prosiguió- ¿tienes claro lo que yo considero qué es hacer trampas en el mercado, y lo que la gente tiene toda la razón en criticar?
Asentí con la cabeza y continúo:
– Pues ahora te voy a decir cómo me intento ganar la vida con la especulación: hace dos años que opero casi diariamente, pero los dos anteriores al salir del trabajo, hacía varios cursos de especulación, estudiaba y comparaba gráficos, hacía análisis de los resultados de las simulaciones, me empapé bien de los productos que pone el mercado a nuestra disposición ya que sabía que si no los utilizaba con responsabilidad y disciplina me podía provocar la ruina. Te aseguro que fue una gran inversión en tiempo y dinero. Y actualmente me levanto cada mañana bien pronto para poder estar en la preapertura de los mercados europeos conociendo qué ha pasado en los mercados asiáticos, estudio los gráficos y hago operaciones arriesgando mi dinero.
Repitió “mi dinero” tres veces, y prosiguió:
– Tengo que estar continuamente mirando los movimientos, leyendo las noticias que se publican, conociendo nuevos productos… ¿tú crees que manejo información privilegiada o puedo provocar movimientos en el mercado?
La respuesta era evidente…
– Y además, ¿sabes que hago con el dinero cuando gano?, una parte va a Hacienda, sí, con la economía sumergida que hay en España y que casi nadie critica, yo en cada operación positiva tengo que pagar un porcentaje; además si me va bien puedo consumir y generar ingresos en la sociedad, ¿no es lo que se busca ahora?, ¿qué daño hago yo?, además como ya sabes, que yo gane en una operación no significa que otro pierda. Para esta aclaración os voy a poner un ejemplo muy básico: Una empresa, sale a cotizar a 1 euro, la compramos y al cabo del tiempo la vendemos por 2, el que nos la compra la vende por 3, y así sucesivamente. Si esto pasara nadie perdería, sino que iría aumentando el valor de la empresa.
Y aún tenía otro argumento en su defensa:
– Incluso te voy a decir que no podrían existir los mercados bursátiles, tal como los conocemos, sin operadores como nosotros que hacemos compras y ventas con cierta frecuencia, ya que el inversor que quisiera comprar unas acciones viendo que la empresa tiene un buen precio, que paga un buen dividendo alto y las quisiera mantener hasta la jubilación no lo podría hacer. ¿Quién se las iba a vender? Nosotros se las venderemos porque aún estando barata, podemos querer estar en liquidez, o porque ya hemos cumplido nuestro objetivo de pérdidas o de ganancias, o porque queramos entrar en otro valor, o porqué necesitemos una semana de vacaciones.
El final de este último comentario coincidió con una alarma que saltó en su móvil, supongo que fue alguna señal para comprar o vender algo, y me dejó corriendo para sentarse delante de una pantalla.
Al quedarme solo analicé con tranquilidad todo lo que me había dicho, y vi clara la diferencia entre especulación y manipulación y llegué a una conclusión:
Los especuladores no son malos, sino necesarios, siempre que operen dentro de las reglas, sino además de especuladores son unos tramposos.
Autor: Luis García Langa. Agente Financiero GVC Gaesco en Palma de Mallorca.